22 de dezembro de 2017

Concentración y contemplación

Pregunta: ¿Cómo debo realizar la recta atención, la recta energía y la meditación correcta?
Respuesta: El tipo de meditación que estás haciendo en este momento como práctica inicial es una práctica de concentración; en tibetano se llama shine, en otras disciplinas, meditación unidireccional. Cuando haces la práctica de Tara, estás haciendo una concentración en todos los componentes del camino de Tara.
Hay tres cosas en el Óctuple Sendero que son relativas a la meditación: la recta meditación, la recta atención y la recta energía. En la recta atención fijas tu intención en el tema de la meditación (por ejemplo, el concepto de la benevolencia de Tara). Cuando lo hagas, es importante que no intentes eliminar todas las demás cosas. Es como si quisieras ver una estrella en un cielo lleno de estrellas: tu intención está puesta en una; las otras están ahí, pero no tienen tu atención.
Imagínate que has encontrado una estrella muy bonita entre todas y quieres llamar a un amigo que está dentro de la casa para que la vea, pero no quieres perder la localización de la estrella porque hay muchas otras. Te fijas en esta estrella, llamas a tu amigo y te sigues fijando en ella hasta que llega tu amigo; eso es la recta atención. Pero está claro que si aplicas toda tu energía y fuerza para no perder esta estrella, te cansas y al final la pierdes. Por eso, el truco es utilizar la mínima energía posible que puedas conseguir para la fijación; eso es la recta energía. Practica de esta manera.
Pregunta: ¿Podría explicar qué es la contemplación?
Respuesta: Cuando miras al cielo en una noche sin nubes, puedes ver un cielo lleno de estrellas. Puedes ver algunos puntos de luz más fuertes, pero básicamente, si no eres aficionado a la astronomía, son simplemente cielo y estrellas, puede que con algún planeta. Si sigues mirando a este cielo, la mayoría de las personas sólo tienen una sensación de espacio inmenso y de asombro. Esta manera de ver las estrellas es la misma manera en la que debes mirar dentro de tu mente: las estrellas son los pensamientos, los planetas son las emociones y, de vez en cuando, puedes ver la luna de las sensaciones; pero intenta ver estos pensamientos, emociones y sensaciones sin conectarlos en absoluto con otros pensamientos. Tú haces recta atención; ve estos contenidos de tu mente con esta recta atención. Imagina que cada pensamiento que entra en tu cabeza está desconectado de la próxima cosas que sale; por tanto, no existe ninguna cadena de pensamientos.
Ahora lo explico de otra manera: un botánico, cuando ve una flor, ve todos sus componentes y sabe los nombres científicos y los nombres populares, y sabe cómo utilizar esta flor; una persona que no es botánico ve esta flor, y si se conecta con esta flor sólo sabe que es una flor, y que es bella, y tiene ciertos sentimientos. ¿Cuál es la diferencia entre los dos? El botánico tiene muchos nombres y descripciones y conexiones, y el no botánico, pocos.
Ahora ve más allá, e imagina que no sabes qué es una flor, no sabes qué quiere decir «bello» y no tienes sentimientos conectados con esta flor. ¿Qué es lo que ves? Claramente ves la flor, pero tu mente no está conectada con esta flor. Imagina entonces que tus pensamientos son verduras, tus emociones son frutas y tus sensaciones flores, pero no sabes que son así; puedes verlos sin ver, porque no tienes conexiones mentales.
Cuando haces concentración, tu mente se fija en un punto, y eso no es contemplación. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre concentración y contemplación?
La concentración es como un microscopio, en el que la atención se dirige a un tema u objeto, excluyendo todos los otros estímulos; las técnicas son distintas, pero la idea se mantiene constante.
La contemplación es como un telescopio con una lente de gran angular que puede ver todo el cielo. En la contemplación, la idea es no rechazar o excluir las sensaciones, emociones o pensamientos que entran en la conciencia mientras se contempla. Debemos permitir que la mente sea como una mano con los dedos abiertos, de manera que las sensaciones, emociones y pensamientos salgan de la mano como si fueran agua. Al principio, parece que entran como si fueran una bola de cera; con el tiempo, la cera comienza a disolverse y a escurrirse entre los dedos; con más prácticas, las sensaciones, emociones y pensamientos entran en la mano como si fueran miel, salen lentamente; más adelante aún, pasan como agua; y, por último, entran y salen con una rapidez que la conciencia no sabe que existen.
Es entonces cuando la mente está preparada para ver el estado de no-mente. En ese estado, comienzas a ver las experiencias directas de sufrimiento, compasión, amor benevolente, ecuanimidad y gozo, y alegría; con buenas prácticas y aplicación, puedes ver la vacuidad de las cosas y eventualmente el vacío. ¿Cómo puedes ver las experiencias directas sin la mente? Ésa es otra historia.
La concentración puede seguir hasta el punto que no hay nada. De hecho hay una vieja pregunta: «Si en un lago hay un gran loto que cubre toda la superficie del lago, y cada día se reduce en un cincuenta por ciento, ¿cuándo desaparece el loto?» La respuesta es que nunca desaparece, pero hay un punto en el que ya no lo ves más; eso es la concentración.
En los sistemas que utilizan concentración y contemplación, se usa la concentración hasta que todos los hábitos e impedimentos acumulados en la vida son disueltos; eso es el Yoga externo. En ese momento, en presencia de la base nada más de las identidades, se entra en contemplación y se permite que los residuos de las identidaddes YO, Ego y Superego, salgan de la mano como agua.
Ves que en lo esencial hay pocas diferencias, porque las consecuencias son iguales. Los métodos de pura contemplación se llaman directos o repentinos; los otros se llaman métodos graduales. Ni uno ni otro es más rápido ni mejor; los diferentes métodos se han diseñado para las diversas mentes de las personas y de acuerdo con la manera en que cada uno ha desarrollado la mente en su vida. Los métodos directos son mejores para los que son como nadadores que saltan desde los precipicios al agua; los métodos graduales son mejores para las personas que prefieren entrar al agua desde la playa. Decimos que las personas que entran desde el precipicio son personas con mente más rápida, no porque piensen más rápidamente, sino porque llegan a conclusiones rápidamente. Está claro que hay cierto peligro para ellos, porque pueden saltar al agua por donde hay rocas o no hay suficiente profundidad; por eso, los de mente rápida requieren una atención muy estrecha del maestro, porque hay muchas trampas en el sistema directo por culpa de las identidades. Como la persona de mente rápida está muy segura de sí misma -muchas veces equivocadamente-, ve al maestro y a las prácticas con su ego, y en consecuencia puede destruir sus prácticas.


Shan-jiàn Da-shi [Respuestas para los perplejos]


Imaxe de V de Vendetta con filtro


Cómo llenarte, soledad,
Sino contigo misma.
Luis Cernuda

12 de maio de 2017


Borges y yo

Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVIII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Seria exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir, para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro.

Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.


J. L. Borges, El hacedor, 1960




17 de abril de 2017

Der Himmel über Berlin



[Devir semente]
 Por que eu son eu e non son mapoula ou mallerenga?
pau'17
 

Cando o neno era neno era o momento de facerse esta pregunta: 

Por que eu son eu e non son ti? 

Por que estou aquí e non estou alí? 

Cando comeza o tempo e onde remata o espazo? 

Non é a vida baixo o sol un mero soño? 

Non é o que vexo, oio e cheiro 

máis nada que o reflexo dun mundo diante doutro mundo? 

Existe realmente o mal e xente que de verdade é mala? 

Como pode ser que eu, que son eu, 

antes de selo non o fose, 

e que algún día eu, que son eu, 

deixe de ser o que son?

                                                                                  Peter Handke       

                                      



1 de novembro de 2016

Margaret Atwoood EN BUSCA DE LA ORQUIDEA

EN BUSCA DE LA ORQUIDEA [Fragmento]

"Comenzamos desde la orilla, y atravesamos el lugar donde hay tantos abedules. En el bosque se abren muchos claros, y el suelo está cubierto de una maraña de hojas, secas en la parte de arriba, apretujadas contra el húmedo subsuelo, entretejido de filamentos, hebras, raíces y madejas de hojas enmohecidas que se entrecruzan como fusibles, ramificadas como las arterias azul pastel que se ven en ciertos quesos. Lo sé, aunque no me fijo, porque me he fijado antes, me he fijado centenares de veces.
Los abedules se yerguen o se desploman contra el color pardo grisáceo de las hojas caídas, que retroceden ante nosotros. Los abedules sólo viven un tiempo fijo, y mueren de pie. Entonces las copas se pudren y caen, o aguantan y cuelgan (hacedoras de viudas, las llamaban los taladores), y los troncos permanecen verticales, y de ellos brotan robustos hongos. La parte inferior de la sombrilla parece de terciopelo salpicado de rocío. Esta zona del bosque, con sus amplias panorámicas y silenciosas columnas, siempre me produce la misma sensación, que no tiene nada que ver con la tristeza o el miedo: una sensación callada. La luz se difunde en forma de bóveda, como si penetrara por una ventana a gran altura.
    - Ojalá hubiéramos traído una bolsa –dice mi madre, que va detrás de mí.
    Caminamos en fila india, mi padre primero, desde luego, aunque sin hacha, y Joanne a continuación, para poderle explicar cosas. Luego sigo yo, y mi madre al final. En este bosque hay que acercarse a las personas para oír lo que dicen. Los árboles, o más probablemente las hojas, empañan los sonidos.
    - Pues volvamos –digo.
    Ambas nos referimos a las vetas espirales de la corteza de abedul que vemos a nuestro alrededor. Podríamos cogerlas para encender fuego en el horno de leña. En los abedules muertos, la corteza madura más que la interior, al contrario de lo que nos pasa a nosotros. En realidad no existe el momento de la muerte, sólo un lento declinar, como el de las velas o los carámbanos. Las partes secas de las cosas son las que resisten más."

[...]

5 de janeiro de 2016

Chantal Maillard


Mejor no diga nada.
Sería inútil. Ya ha pasado.
Fue una chispa, un instante. Aconteció.
Yo acontecí en ese instante.
Puede que Ud. también lo hiciera.
Suele ocurrir con los poemas:
terminan condensándose las formas
en nuestros ojos como el vaho
sobre un cristal helado;
las formas, con su herida.
Pues quien construye el texto
elige el tono, el escenario,
dispone perspectivas, inventa personajes,
propone sus encuentros, les dicta los impulsos,
pero la herida no, la herida nos precede,
no inventamos la herida, venimos
a ella y la reconocemos.

Chantal Maillard Matar a Platón (2004)

27 de fevereiro de 2015

Río Zambeze

Thomas Baines (1820-1875) un artista de King's Lynn, Norfolk, foi un dos membros da expedición ao Zambeze(1858). Chegou a África por primeira vez en 1848 e quizais sexa a mellor testemuña de como era África do Sur a mediados do século XIX. O seu recrutamento para a expedición de Livingstone foi un desastre, xa que foi tratado moi inxustamente por este gran viaxeiro, que nunca se retractou dos falsos cargos feitos contra o artista. Non obstante, Baines sobreviviu, ao igual que as súas espléndidas pinturas que foron o mellor logro dunha expedición mal dirixida. O seu fermoso cadro das cataratas Victoria pintouno nunha viaxe posterior ao río Zambeze en 1861 con James Chapman.


                                                                         Imaxe e texto: Atlas enciclopédico universal